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Un engaño. No como artimaña vacía, sino como ficción, como imagen que atrae por la sutileza con que se nos presenta, al modo de una brisa de la mañana: clara, diáfana, fresca. Sin embargo, a poco de observar, sentimos envolvernos y transportarnos a un lugar otro en donde las esencias se definen por la fuerza de una pincelada, en donde se devela -se corre el velo- la apariencia para dejarnos invadir por la historia que queramos imaginar.
Figuras brutalmente humanas, rostros apenas entrevistos, posturas de gran elocuencia. ¿Rostros mudos?, ¿silencios que son gritos?, malabares en el viento…“Afuera hay sol. / No hay más que sol pero los hombres lo miran y después cantan.” Estas obras permiten que el “afuera” se convierta en un espacio doblemente tensionado, doblemente complejizado: hacia el interior del cuadro, en donde se ensamblan colores, pinceladas, técnicas que conforman una polisemia de materiales y de significaciones que estallan en sí mismas y echan a la cara del espectador –el otro afuera- múltiples sensaciones sutiles, susurros hilarantes (sensación de burbujas por dentro) , silencios contemplativos y, por sobre todo, la sensación de ser parte de ello.
La obra se constituye sobre un estética propia, completamente individual, a la vez que traspasa sus propios límites para interpelar a un espectador que se verá íntimamente modificado, que no será el mismo luego de esta experiencia.
Maria Lozano,
Profesora en letras.
es buenísimo, porque siempre te abren a otra cosa que no tenías en tu imagen, pero desde que lo miraste no vas a poder dejar de tenerla:
ResponderEliminaresa músiquita del puelbo, esa musiquita... para mi era del pueblo del norte, arraigado a una sola tierra a la que le pone ritmo, pero ahora también va a ser un pueblo de circo, un pueblo que viaja con su musiquita, que se mueve arrastrando su patria solo en un ritmo, en una naríz colorada...